CORRUPCIÒN A LA FRANCESA
Por: Ramón Requena Guerrero
Consultor Prensa & Propaganda
La corrupción, entendida como enfermedad propia de políticos –entre otras especies similares- debe ser ‘genética y mal endémico dependiente masificado’, diría un científico. Se da en las mejores sociedades, en las grandes potencias, en países ricos y pobres, entre los personajes mas adinerados y menos, también. Sabemos que en política todo tiene precio, nombres conciencias y valores, es parte del juego, del sistema, que no tiene por qué cambiar pues no hemos hecho nada por mejorarlo y con el cual estamos obligados a convivir y depender, no digo involucrarse, pues sus escándalos siempre resultan siendo secretos mal guardados. Es parte de la historia del mundo. Aquí, inaugurando el gobierno de Alan Garcìa, primero fue la Canchaya, luego el ex presidente francés, Jacques Chirac, en Francia, mañana le debe tocar el turno a Alex Kouri, por el peaje del aeropuerto y hoy el otrora poderoso Alberto Fuimori, responde ante un tribunal por los crìmenes cometidos. En todo caso la Justicia busca asumir su rol en la medida que la presión política le deje espacio, y es que ahora, desprovistos de su inmunidad como ex autoridades elegidas, el mismo sistema que los protegía los devuelve a la sociedad civil y en lo sucesivo son ciudadanos comunes y corrientes como cualquier mortal.
El todopoderoso Jacques Chirac, dejó de ser presidente de Francia el 16 de mayo del 2007 y cuando recién se acomodaba para recuperar su tranquila vida de vecino de barrio rico, la implacable justicia francesa desempolvó un caso pendiente y bochornoso instruido desde finales de los años 90, sobre una cuarentena de contrataciones fraudulentas de personal en la Municipalidad de Paris para financiar con millones de dólares el partido político del ex presidente cuando ejercía como alcalde de la Ciudad Luz (1977-1995), pues se ha demostrado que los contratados jamás trabajaron en el Ayuntamiento.
La prensa gala, tan sobria cada mañana, destacó inmediatamente la información y el escándalo que esperó por años para ventilarse, salpicò a varias personalidades del entorno político de Chirac y era el tema del día entre los reservados franceses durante la cena familiar que normalmente acompañan con pan, queso y vino rojo. Las pruebas del delito expuestas por la Prensa parecìan contundentes. La investigación del caso que involucra a veinte personas, ha revelado la existencia de una carta fechada en diciembre de 1993 y firmada de puño y letra nada menos que por la estrella de este affaire: Jacques Chirac, en la que pide a la administración del Municipio parisino, del cual era alcalde, una promoción para la empleada municipal Magdalena Farrad, que aunque bien remunerada por la ciudad, no trabajaba para ésta, sino que laboraba de hecho, para Marcha por la República, RPR, el entonces partido político del famoso ex burgomaestre.
Hay que tener en cuenta, como antecedente para comprender mejor de qué personajes estamos hablando, que el Tribunal de Nanterre ya condenó en 1999 a Alain Juppé, hombre de confianza y perteneciente al círculo de poder de Chirac, en ese momento Primer Ministro, a 14 meses de prisión y un año inhabilitado para ser elegido en cargos públicos porque resultó implicado en el mismo caso de los empleos falsos siendo alto funcionario del Concejo parisino. Y según la opinión general, Juppé se sacrificó para evitar que acusen a su líder y jefe, pues por esos años, ya era jefe de Estado (1995-2007). Juppé cumpliò su condena y hoy es alcalde de Bordeaux.
Lo curioso de todo esto, es que no es la única sospecha de irregularidades sobre los manejos de Chirac en el poder. A decir verdad, este viejo conocido de la prensa internacional es toda una joyita de quilates en los oscuros laberintos de la presunta corrupción. Por ejemplo, hay una instrucción abierta contra la Sociedad de Economía Mixta Parisina de Prestaciones. Esta empresa, ya disuelta, es sospechosa de obtener fraudulentamente otorgamientos de concursos públicos y financiar al RPR vía el gabinete del ex alcalde Chirac. Y el mas sonado de todos los escándalos: el caso Clearsteam, que desde hace buen tiempo le complica la vida al último Primer Ministro de Chirac, Dominique de Villepin.
Sucede en las mejores familias, amigos.
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