martes, 4 de marzo de 2008

HORA 'CABANA' HASTA EN USA

Y LA PUNTUALIDAD AMERICANA ..?

Por : Mery Cereceda Zambrano
Asesora de Prensa

En todas partes y en todos los tiempos, hemos siempre escuchado y, por supuesto, bien aprendido que la ‘puntualidad’ es un valor cìvico y casi moral, que practican con notable encomio la sociedades desarrolladas como Europa o Norteamérica, y precisamente este detalle, es uno de los factores o motores de su asombroso progreso que hay que imitar si queremos mejorar.

Pues bien, con esa idea o mejor dicho con esa certeza llegué a Miami hace pocas semanas, por primera vez en mi vida, un dia de sol esplendoroso y el cielo dulcemente azul y despejado, guardando lo mejor de mi educacion latina para no desentonar en un ambiente que supuse estrictamente apegado a las reglas tradicionales del buen comportamiento y el respeto por los demàs. Lamentablemente, “no todo lo que brilla es oro” decimos en mi paìs y es cierto. No tuvo que pasar mucho tiempo para estrellarme contra la realidad, una verdad que habrìa que examinar con mas detenimiento puesto que, cuando ciertos valores empiezan a perderse u olvidarse o dejarse de lado, es sìntoma de que algo en el complejo sistema social se esta descomponiendo.

Salì de la casa de la bella Ericka, mi hija que me aloja en Miami, como a las 15:00 horas para dirigirme a la estaciòn del bus en Naples que debe pasar, segun el horario establecido por la empresa CAT The Purrfect Raid a las 15:33 horas. Esperé mas de 60 minutos, desde la 15:10 horas y el bus no llegaba hasta que un atento haitiano, preocupado tal vez porque me veìa de la mano con dos niñas que se aburrìan y mi insistencia en consultar mi reloj, me dice: “ no confie en ese aviso miss, nunca llegan a la hora senalada ... siempre tomo este bus y la tardanza es normal”. No podìa creerlo, era dificil aceptar lo que este hombre me confesaba pues la propaganda impresa del bus es muy especifica en cuanto a reglas y horarios, y como comprenderàn yo, en ese momento, no tenìa por qué dudar del servicio que esperaba. Efectivamente, el bus nunca llegò a la hora pactada y yo llegué tarde a mi cita.

Me sentì estafada, engañada, me sentì burlada, ridiculizada y ofendida, me siento agraviada, y ahora cuando dejo el càlido departamento de Ericka para esperar el bus, pienso que tal vez Obama y Hillary ganarìan màs votos si en vez de perderse en monumentales promesas electorales que luego resultan dificiles de cumplir, ofrecieran al vecino comùn y corriente algo tan simple como: prometo que en mi gobierno nadie llegarà tarde al trabajo ni a sus citas, los buses cumpliràn estrictamente el horario establecido, de lo contrario, las empresas seràn multadas transportando gratis por treinta dias a los pasajeros afectados por su tardanza.

Esa sencilla promesa harìa cambiar de direcciòn muchos votos. Si se animan, ya tienen dos votos màs, el de Ericka y el mìo